El término objeto volador no identificado, más conocido como ovni (por las siglas O.V.N.I., calco del acrónimo inglés UFO o Unidentified Flying Object), se refiere a la observación de un objeto volante, real o aparente, que no puede ser identificado por el observador y cuyo origen sigue siendo desconocido después de una investigación.
Su interés para los gobiernos, si es que alguna vez lo tuvo, ha ido decreciendo al encontrarse explicación a la mayoría de los casos y no apreciarse nada especialmente raro ni misterioso en los no aclarados. Sin embargo, la tendencia parece opuesta en la literatura especializada en estos temas, que ha ido creciendo en número de cabeceras y tirada, para pasar a recoger también supuestos contactos telepáticos, pretendidos secuestros y declaraciones sobre experimentos genéticos perpetrados por los tripulantes de dichos objetos. Todas estas afirmaciones extraordinarias tienen en común la ausencia de pruebas extraordinarias que las demuestren. Pese a la total ausencia de las mismas, la hipótesis extraterrestre sigue siendo tema de debate.
Historia
No existe acuerdo respecto al momento en que comenzó la historia de las observaciones de ovnis. Para Wilding-White, J. J. Benítez, Erich von Däniken o Jacques Vallée los avistamientos de objetos sin identificar se remontan tanto como historia tiene la Humanidad. Para autores como Ricardo Campo, Luis Alfonso Gámez o Carl Sagan es un mito contemporáneo que comienza a finales de los años 40 del siglo XX. Citar tantas veces a este último astrónomo está justificado no sólo por su obra literaria, sino también por sus aportaciones a la investigación ovni, como se detalla más adelante.
Ovnis en la Edad Antigua, Media y Moderna
Artículo principal: Teoría de los antiguos astronautas
Véase también: Fenómeno celeste en Núremberg de 1561
Véase también: Fenómeno celeste en Basilea de 1566
La visión de platillos volantes, como se ha explicado, dio comienzo cuando la ingeniería había logrado ya un nivel suficiente como para desarrollar motores de reacción, misiles con alcances estratosféricos e ingenios nucleares. Lo que, para escritores como Luis Alfonso Gámez, sugiere un origen humano producto de aquella época. La idea de estar ante un mito de la era espacial.
A esta relación causa-efecto se han opuesto novelistas como Erik von Daniken (1999), Juan José Benítez (1994) o Jacques Fabrice Vallée (1976), quienes sostienen que, desde el pasado más remoto, el ser humano trató de adaptar lo que veía a su intelecto, relacionando los distintos avistamientos con objetos conocidos, cercanos a él. El primero de los escritores citados, planteó que muchas de estas referencias antiguas serían registros de observaciones reales de supuestas naves alienígenas, las cuales habrían recibido distintas denominaciones en documentos antiguos: vehículo de los dioses, carros de fuego, vímanas, discos solares, nubes, nubes de fuego, el Borax Resplandeciente, nubes con ángeles, carro Pushpaka, maruts (todas ellas en elRamayana hindú); y también escudo que vuela, luces cósmicas, perlas luminosas, flechas ígneas, Serpiente de las Nubes, escudo yacente, espadas voladoras, esferas transparentes. Asimismo señala que, si estos vehículos aéreos estaban tripulados, se produciría igualmente el contacto con los eventuales seres extraterrestres, quienes transmitirían a los observadores enseñanzas diversas. Según estas teorías, el origen de muchas de las civilizaciones del pasado (Egipto, Babilonia, etc.) sería extraterrestre o al menos las tecnologías para realizar sus obras serían de origen o inspiración extraterrestre.
Es necesario reseñar que personas expertas en Egipto y Asiria, como la egiptóloga de la Universidad Complutense de Madrid Mara Castillo Mallén, advierten: los autores como von Daniken no son egiptólogos ni asiriólogos, tampoco son arqueólogos y algunos, como el mismo Daniken, no son licenciados; por lo tanto, afirmaciones como las anteriores deben ser tenidas como meras especulaciones. No existen dudas sobre la procedencia del pueblo egipcio ni los muchos que poblaron Mesopotamia, ni se aprecia un salto tecnológico en algún momento comprendido entre la construcción de las primeras mastabas hasta los templos del Imperio Nuevo que haga suponer una transferencia tecnológica, ni se ha encontrado ningún registro de contactos con civilizaciones extraterrestres.Otros autores, como Luis Alfonso Gámez o Benjamin Radford, mantienen que las conjeturas de Daniken y otros contienen, además de una gran ignorancia sobre la Historia antigua, una postura insultante y hasta racista contra esos pueblos, al no dudar de que los romanos pudiesen construir el Coliseo y los griegos el Templo de Artemisa, pero sí hacerlo cuando los ejecutores fueron otros humanos no europeos.
Juan José Benítez (1994) propuso en su libro Los astronautas de Yavé que una serie de extraterrestres entrenaron a Moisés en el monte Sinaí en distintas técnicas, se ocuparon de ofrecerle asesoramiento, cuidaron y alimentaron a los padres de laVirgen María, se aparecieron a San José, los Reyes Magos o fueron los encargados de realizar la Anunciación. Como en el caso de Daniken, el autor español no aporta ninguna prueba documental o arqueológica de dichos supuestos.
Por su parte, Jacques Fabrice Vallée (1976) mantenía que ha existido una vieja tradición de seres fantásticos como las ninfas, sílfides, duendes o hadas, los cuales realizaban raptos de personas para llevarlas a lugares que los relatos denominan Magonia, pero también Ávalon y otras geografías míticas. Según el autor francés, esos cuentos eran la forma que tenían aquellas personas para explicar encuentros cercanos, raptos y abducciones perpetrados por seres extraterrestres. Como en el caso de las conjeturas vertidas por Daniken, esta hipótesis no deja de ser una explicación ad hoc e innecesaria, pues existe otra mucho más sencilla. Las nubes, las hadas o los carros de fuego podrían ser metáforas empleadas en los relatos religiosos, sin ninguna evidencia de que dichos relatos deban ser interpretados más que de una forma mítica. Así pues, dichas narraciones no constituyen una prueba empírica para saber si ocurrieron los hechos así o no, es decir, sostener que se trata de naves extraterrestres podría ser un argumento ad ignorantiam.
Durante la Edad Media aumentaron, si cabe, los problemas para realizar registros escritos de sucesos cotidianos. Esto fue debido al ligero crecimiento del índice de analfabetismo y a los cortes periódicos que los musulmanes practicaban al suministro de papiro con destino a Europa, por lo que sólo quedaban los pergaminos como soporte para escribir, de mejor calidad, pero mucho más escasos. Para Ted Wilding-White (1977, p. 7) los avistamientos no se pudieron recoger hasta la publicación de los primeros periódicos. Antes, prosigue Wilding-White, las narraciones de sucesos aéreos desconocidos sólo podían ser preservados para lecturas posteriores por personas que supieran y pudieran escribirlos, en Europa Occidental esta facultad quedaba reducida a los monjes en los monasterios, por lo que se reducía mucho el espacio observable. El autor recoge siete casos acaecidos entre el 1 de enero de 1254 y el 13 de noviembre de 1833.
Ovnis contemporáneos
En el siglo XX y XXI el tema ovni ha vivido una curva similar a la Campana de Gauss, comenzando por el ya relatado comentario del piloto Kennet Arnold en la Cordillera de las Cascadas el 24 de junio de 1947. Al mes siguiente se produjo el Incidente ovni de Roswell, en Nuevo México. Siguiendo a Donald Menzel, fuese cual fuese lo aparecido en Rosswell debería quedar fuera del campo ovni, pues no es nada que se viese volando. Pese a todo, y debido a la vinculación desde su inicio con visitas extraterrestres, se tardó muy poco en reunir los dos sucesos en la misma categoría.
Es necesario volver a repetir las acuciantes necesidades de la CIA en particular y del gobierno estadounidense en general para conseguir información de lo que sucedía en el interior de la URSS. Según relata uno de los asesores de la investigación ovni, el ya citado Carl Sagan (1997, p. 102), esa necesidad acuciante de información llevó a desarrollar multitud de globos aerostáticos con el objetivo de captar indicios sobre los progresos soviéticos. Muchos fueron lanzados desde distintos lugares con la esperanza de que cruzaran el país enemigo para ser rescatados después con algún resultado. Uno de dichos intentos era el Proyecto Mogul que analizaba el aire para buscar evidencias de pruebas nucleares soviéticas. El Mogul estaba catalogado como secreto y actualmente se tiene por el responsable de lo que sucedió en el pueblo de Nuevo México, afirma Sagan (1997, p. 102 y siguientes), incrementado también por la próspera industria turística local, como narra Ballester Olmos (2000, p. 32). La posibilidad de tener guardado y en secreto un acontecimiento como ese, la evidencia de haber sido visitados por una inteligencia extraterrestre, es considerado de todo punto imposible por autores como Ricardo Campo, pues empequeñecería lo realizado por Colón o por el Proyecto Manhattan del que ya tenían noticias los soviéticos antes de su culminación. El español esgrime que ni la fabricación de las armas nucleares pudo mantenerse bajo secreto, pese a existir un acuerdo previo de silencio, mucho menos ocultar durante décadas un descubrimiento de capital importancia para toda la Humanidad como es la prueba irrefutable de otro tipo de vida inteligente.
Tras estos sucesos, la lista de avistamientos continuó aumentando hasta que su número fue considerado preocupante por la administración Truman, la cual ordenó las primeras investigaciones que desembocarían en el posterior Proyecto Libro Azul. Carl Sagan (1997, p. 100 y siguientes) indica que, cuando él fue asesor científico del proyecto, encontró un ambiente de malestar y desidia en las Fuerzas Aéreas, tanto es así que la primera denominación fue "Proyecto Fastidio" o "Project Grudge" en inglés.
Otro suceso que terminaría repercutiendo en el tema ovni se produjo a principios de los cincuenta, cuando Donald Keyhoe, ex oficial de la USAF y participante en el Proyecto Libro Azul, comenzó a ser oído junto a su mensaje de advertencia sobre lo intrínsecamente peligroso de las armas nucleares y el cuidado que debía tenerse con las mismas. A partir de aquellos avisos comenzaron a surgir gente y grupos que decían haber contactado con extraterrestres quienes les transmitían el mismo mensaje.2 Es en este punto cuando los ovnis comienzan una deriva desde las observaciones hacia una especie de religión, con su ética, sus mensajes y sus nuevos apóstoles, como los describió Fernando Jiménez del Oso.
En 1961 Betty y Barney Hill afirmaron que la noche del 19 al 20 de septiembre habían sido abducidos por un platillo volante. El matrimonio no se puso de acuerdo en varios detalles, pero los dos coincidían en que al final los dejaron bajar, habiéndoles borrado los recuerdos de lo sucedido. Pese a que el especialista que los trató definió el caso como una especie de sueño, testimonios como el de los Hill comenzaron a reproducirse tiempo después en varios lugares del mundo, aumentando progresivamente las acciones perpetradas a los abducidos, según siempre los testimonios de los propios abducidos. Así se han declarado casos según los cuales los extraterrestres les realizaban exploraciones internas, implantes de dispositivos intracutáneos e incluso inseminaciones. Resulta necesario puntualizar que para psicólogas como Susan Clancy, de la Universidad de Harvard, dichas acciones pertenecen a la esfera del sueño, la fantasía o el fraude, pero "Las abducciones no pasan en el mundo real". Confirma las palabras de la psicóloga el hecho de que ninguno de los supuestos abducidos haya podido aportar pruebas fehacientes de lo sucedido, los implantes nunca se han encontrado, las marcas en el cuerpo son compatibles con muchas otras lesiones cotidianas y jamás se ha traído un objeto que poder analizar ni aparecen publicados, comenta Sagan (1997), artículos en revistas científicas sobre nuevos materiales desconocidos hasta el momento.
Esta deriva en el tema ovni hacia unos encuentros cada vez más cercanos es, para Luis Alfonso Gámez, el ejemplo de que el mito ovni se ha destruido a sí mismo, "porque ya no le queda más por inventar".